Tras concluir la contienda civil, el retraso
técnico-estructural acarreado desde tiempos pretéritos por el Arma de
Caballería española se acentuó aún más, de tal forma que solamente aquellos
Regimientos, Grupos o Agrupaciones pertenecientes al Instituto de Dragones,
pudieron llegar a ser equipados en la posguerra, con algunos escasos medios
acorazados, los cuales eran –lógicamente- todos
ellos, supervivientes de la pasada campaña, y por tanto, en un estado
general de palpable desgaste e incluso decrepitud.
Sin disposición oficial (al menos conocida)
que lo estableciese y regulase como tal, los carristas de caballería comenzaron
a lucir sobre los monos azul mahón
vestidos como uniforme de faena, un pequeño emblema ovalado, en cuyo
interior y en el preceptivo color azul propio del Arma , sobre dos lanzas, se
mostraba un carro de aspecto “híbrido”, aunque de cierto parecido estético al
T-26B-1 .El uso de este emblema se prolongaría
-aunque no todas las unidades
llegaron a utilizarlo- hasta finales de la década de los años cincuenta, si
bien, el mostrado en la imagen, todavía era de excepcional uso personal por
parte de un Sargento 1º en el año de 1.980.
Ha colaborado Don Diego de Rojas y Pastrana
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