La atención
sanitaria en el ejército nacional se basaba en las estructuras de anteguerra,
una escuadra de camilleros por compañía con un sanitario o practicante dotado
de una bolsa de socorro para primeras curas.
Nuestro hombre,
seguramente está destinado en un hospital de retaguardia. Se trata de un médico
movilizado al que se le han otorgado la graduación de Capitán. Según el
reglamento, los oficiales de complemento llevaban las divisas no en las manga,
sino en una galleta del color del cuerpo o arma, en este caso el amarillo
propio de la Sanidad Militar.
Cada soldado
llevaba o debía llevar su paquete de cura individual, también había un botiquín por compañía y otro más nutrido a
nivel batallón, a cargo del médico, generalmente un alférez provisional o
teniente, a veces estudiantes de medicina en los últimos años de carrera, que se
ocupaban de evaluar y aliviar el estado de heridos o enfermos y remitirlos a
retaguardia si lo consideraban necesario.
Detalle de la
galleta amarilla y del emblema de falange. Llevar emblemas políticos con el
uniforme militar estaba en principio prohibido, pero normalmente era tolerado
En grandes
operaciones se formaron hospitales de campaña próximos al frente para la
atención primaria de heridos, incluso trenes hospital, pero por lo general, eran enviados a
retaguardia para aprovechar la estructura sanitaria existente de preguerra
ampliada con nuevos hospitales.
Detalle del
brazalete con la cruz Patada y la palabra médico propia de la época.
El capitán ha elegido
como arma corta una Browning
1910, una pistola excepcional, que se fabricó hasta los primeros 80.
Fue fabricada
en el 9c y el 7,65, con un peso de 562 grs, una longitud de 152mm y un cargador
de 7 cartuchos. Tiene un equilibrio de formas y de masa difícil de
igualar y fue muy popular hasta bien entrado los 40, manteniendo su vigencia
como arma de defensa hasta ahora.
Como curiosidad comentaremos que con un arma
similar, asesinaron al Archiduque Carlos en Sarajevo, lo que dio origen a la 1ª
guerra mundial.
Vemos a un grupo de enfermeros en un
hospital de retaguardia.
Han colaborado Cóndor y
Beltrán
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